Ahora que tan de moda está leer las etiquetas de los alimentos y preguntarnos qué comemos realmente hay iniciativas como la de la central lechera que resultan muy acertadas y son bien recibidas. La marca asturiana ha apostado por la claridad en sus etiquetas y por la sencillez en la elaboración de sus productos. Sus yogures, por ejemplo, no contienen aromas ni colorantes artificiales, sino que son totalmente naturales. Y no se añaden tampoco espesantes o estabilizadores. Y es que cuando la leche es buena, no hace falta nada más y el sabor del producto va a ser excelente.
Muchos yogures llevan un montón de ingredientes que hacen que lo que debería de ser un producto sano no lo sea tanto. Los famosos E que no son otra cosa que químicos para dar aroma y color a los productos alimenticios o para conservarlos, está demostrado que no son lo mejor para la salud. Pero ¿por qué habría que añadir conservantes a un producto que puede durar tanto como un yogur? La respuesta suele estar en la mala calidad de sus materias primas. Incluso sucede a veces que lo que pensamos que es un yogur, no lo es en realidad.
Aunque presentados en envases muy similares y visualmente parecidos, algunos productos son en realidad postres lácteos. Esto es así porque un yogur es básicamente leche y fermentos lácteos, pero en la etiqueta de estos postres hay muchas cosas a mayores, que hacen que el resultado no tenga nada que ver con el yogur de toda la vida. Tanto se aleja que no se le permite etiquetarse con este nombre, sino que tiene que llamarse postre lácteo.
También hay yogures que sí son naturales, pero cuya textura, sabor y presencia no son los mejores. Esto es porque la leche con la que se fabrican estos yogures no es de la mejor calidad y su sabor se refleja en el producto final, tal y como era de esperar. Y es que la leche asturiana procede de animales que pastan en los campos verdes del norte de España y esto, junto con las condiciones en las que los animales viven, hace que la leche tenga un sabor único y muy diferente que se percibe no solo en los postres que se venden ya preparados, sino también en los que se pueden hacer en casa utilizando esta materia prima.