Los congelados son la categoría alimentaria que más crece en los hogares españoles, de acuerdo con la Plataforma del Congelado. Sin embargo, no todas las verduras son igual de aptas para someterse a este proceso sin asumir la pérdida de un porcentaje de sus nutrientes y minerales, como sucede con la lechuga, el tomate o el berro.
Los pimientos congelados forman parte del selecto grupo de hortalizas compatibles con este proceso. Por lo general, se trocea en pequeñas porciones y se somete a la congelación rápida IQF (Individual Quick Freezing), logrando preservar todas sus cualidades alimentarias sin necesidad de aditivos. Así, se adquieren listos para utilizar en pastas, salteados o pizzas.
El brócoli, por su parte, es otra de las verduras que menos se resienten en tratamientos de congelación. En este caso en particular, congelarlas demuestra ser más beneficioso que mantenerlas en el refrigerador durante unos días, pues según una investigación de la Universidad de Georgia, la comparación de este alimento en estado fresco y congelado no ofrecía diferencias significativas, pero su contenido en vitaminas, folatos, betacarotenos, etcétera, se reducía a medida que pasaban los días en el frigorífico.
Sabido es que las gambas resisten el frío y pueden permanecer así hasta 3 meses sin caducar. Este y otros crustáceos, al igual que los mariscos, fueron de los primeros alimentos en congelarse no sólo para su transporte eficaz, sino también para amortiguar la escalada de precios en época de intensa demanda. Como sucede con otros congelados, las propiedades de las gambas ‘sufren’ cuando reciben golpes o se hacinan en la nevera, errores que conviene evitar para preservar su sabor y valor alimentario.
¿Son las frases susceptibles de almacenarse en frío? A decir verdad, el fruto de la planta Fragaria puede someterse a tratamientos de ultracongelación para prolongar su vida útil y consumirla a un ritmo más adecuado. De este modo, los gourmets más antojadizos podrán degustar una tarta de fresas fuera de temporada.