Este verano ha sido muy diferente a todos los veranos que habíamos vivido hasta ahora, pero hay una cosa que no cambia y eso es que la goma cedida de mi viejo bañador sigue sin funcionar, y eso que he subido peso, para arreglar este problema he conseguido un cordon de algodon grueso que me ha valido para poder nadar sin problemas. El mayor problema venía cuando me tiraba del barco, que normalmente me quedaba sin bañador al chocar contra el agua. Este año voy a tener que comprarme un par de bañadores porque este viejo bañador aunque aún sirve no va a durar mucho más tiempo.
Durante todo este verano no he ido ni una sola vez a la playa, y no porque no quisiese ir sino por precaución, porque no quería tener a gente cerca que no conozco de nada y tampoco sé cómo se están cuidando cada uno. Y por lo que me han contado me parece que he hecho bien porque creo que la gente estaba en la playa como si no estuviese pasando nada y eso es algo que no puedo aceptar. Menos mal que mi amigo el que tiene el barco me llama siempre para ir con él siempre que saca el barco. A estas alturas ya puedo decir que soy el marinero oficial de su barco, ya que me encargo de todo lo que no es conducir el barco, me encargo de amarrar y desamarrar los cabos cuando dejamos el pantalán y cuando volvemos a atracar. Pero además también soy el encargado del ancla que por desgracia no disponemos de motor para levantar y bajar el ancla, por lo que tengo que subir el ancla a mano siempre que la echamos.
El tiempo que no pasé en el barco durante este verano prefería ir hasta un monte que conozco bien y en el que era fácil separarse de toda la gente que había allí y poder disfrutar de la naturaleza sin que nadie viniese a molestarme cada dos por tres.
Por fortuna parece que el verano del año que viene va a volver a ser como todos los demás con la ayuda de las vacunas que se están desarrollando y que parece que pronto van a estar disponibles.